La arquitectura y el lugar condicionan el proyecto de paisajismo, estableciendo una relación biunívoca entre lo construido y paisaje, el cual estará dotado de carácter, calidad y compromiso con el medio ambiente. Tiene especial relevancia el uso de plantas autóctonas, el ahorro de agua y la zonificación de especies en función de ello, potenciando las especies tapizantes y rastreras en lugar del césped habitual, el aprovechamiento del agua de escorrentía y la creación de acolchados para la retención de la humedad.
Resulta interesante potenciar las especies autóctonas amenazadas y la vegetación espontánea, evitando las especies invasoras. En cuanto a la iluminación es preciso cuidar la contaminación lumínica y el uso de alumbrados solares, reduciendo tareas de conservación que conllevan un ahorro energético y de emisiones. Por último los residuos vegetales podrán utilizarse como materia orgánica para aportar al propio jardín.